Día 2 Concilio, nácar de estrella
Escalo tus venas, entre un horizonte de razones heridoras y lúgubres, parcos, silencios sonoros en el callejón de mi mente sigue habiendo un paraíso sedoso, todo hecho de rocíos entre flores, puedes oírlo, pregunto, siendo destino, y barco dirigido, a donde coronan cumbres y sus vastas nieves, mi ánimo que desplaza cerros, y sus frondas suaves, no vine a deshojar tu cielo, sólo a contemplar que era hoja mecida al aire, colgada de una tela de araña, bajo la mesa mi jardín que tantas de mis letras colgó en hojas... Sangre de estrella, oh, nácar flamígero, fuiste más allá del suplicio dormido, roca del destino, y puridad de roce, no te bastaba incendiarme de la esencia más húmeda, llegaste amilanarme de carne a hueso, y hoy lo siento no me quedan penas, sí quizá, besos huidizos y fulgentes, doquieres de barro y simiente, a la sola carne tu reflejo hoy canto, beso de trigo, y esparto, en hoja de celindo y madroño, vine por tu hinojo de abajo, a precipitarme exhausto. Como precipitación de